Sol del atardecer, brilla tenue Otoño, despega las hojas de los árboles Silencioso aire de la noche, se hizo nostalgia
Viento, calor y frío Oscuridad, luz, juntas Sonido, la melancolía de hoy, melodía hecha luna
La hija de la madre naturaleza, la que me acompañaba. Nos protegíamos.
Triste lluvia, clima y tiempo cambian Ensueños recurrentes, bosques, el niño y el niño
Abrazos, calor y ternura Mirada, desde el otro lado de la calle Obnubilado, niebla ? La princesa naturaleza se hizo reina y ya no jugamos. ........................Borrá la LLuvia.
Ésta era una época en la cual los domingos eran días felices. Y las palomas confiaban en el hombre cualquier sábado por la tarde. Los niños jugaban en las plazas mientras un Jazz sonaba en alguna vitrola dorada.
lunes, 1 de octubre de 2007
Oscuridad inmensa en una casa desecha. Suelo árido lleno de tristeza. Árboles dispersos, lejanos de toda compañía. Enredaderas que rodean su propia cobardía. En el bosque, los seres pequeños juegan en el pantano. Los seres pequeños degollan un venado. Los seres pequeños inventan una canción de violenta naturaleza. La ostentosa creación de las nubes moja la verde superficie gris. Tras la sombra, una inmensa figura aterradora desgarra la mirada del temeroso espectador. La última página de un cuento triste. La voluntad deseosa de un esbelto principe muerto. Muerte en el bosque, decepción en la casa gris de techo de chapa. Abandono, abandono, abandono, miedo.
Foto: El Tigre, 19/8/2006, por Pato. Modificaciones por Juan
No, no te subas al tiempo. Deja que tus manos suban al árbol ya, no habrás de esperar. No nazcas en ese mar de contenida distancia. Corta la soga y date a volar, voy a saberte conmigo cuando lo hagas, pequeña alondra de mar, solsticio fugaz.
Mil novecientos treinta
Han los cielos de mirarme cuando en rojo caigan las pesadas almas de mí en tierra firme. Saquearán mi ser y me veré perdido o me encontraré, y entre dos ventanas o montones de hilos colgando decidiré cómo abrir mi esencia a mi ser.