domingo, 29 de junio de 2008

De rodillas

Oh, padre, querido, mi pastor,
me presento aquí hoy, me confieso:
he pecado,
débil fui, y me perdí.

Oscurece, he dejado el nido
atravesando valles, caminos.
Pero sale diurno el sol,
la luz.

Juegan las cuerdas
a vibrarse unas a otras.
Se está despertando:
negro, la nada.

Gotas, tendido en el sublime llanto ancestro de un dios.
Lagos, empieza el nacimiento:
alguien del infierno.

Me mira macabra, seductora.
No pretende enloquecer mi mente,
sólo dejarme atrás.
Juega conmigo hasta el final.

El estereotipo más débil
crucificado a vivir en carne,
machacado y defraudado.
Se prepara para su farsa, falla.

Hoy cavo mi tumba, señores,
para adentrarme en mi muerte,
pues "allí" me llevará, revelará,
rebelará.

He llegado a mis partes más nobles,
la locura de la tierra.
Es esa,
la voz del malvado.

Se acerca y le da la bienvenida,
ya pasó las puertas de abajo.
Rojo, negro y blanco son
los colores de la perdición.

Le está contando al mundo
que será gobernado
y con dolor,
sacrificado.

Nefasto, mirarlo cara a cara.
Así ellos lo ven.
Saben que mirarte pueden,
Rey del sur del edén.

Sus ojos, ciegos.
Está aquí el lado izquierdo.
Es la quema
que deliciosamente han hecho.

Vi el oeste
y pude caer en el este.
Me tentó,
escapé.

Nadie de esto se salva.
Todos caen
cuando es pura
la maldición.

Y, oh, espectadores,
ésto es la maldición.
El fénix,
el cenit.

Sí, la clave de tus ojos
no viene con los gnomos.
Ataco al miedo de tus sueños
para ser tu dueño.

Odio tu enseñanza,
no vas a la iglesia?
La verdadera,
esa que te acecha.

Me arrodillo:
la cruz, oscura.
Miro arriba,
al crucifijo.

Ruego por mi vida,
pobre y sin valor.
Hoy vengo a ti,
todo el mundo habla de dios.

Fornícame,
no se ve la cruz.
La cruz,
no se ve la cruz.

sábado, 21 de junio de 2008

¿Es posible, pues, gozar de aquel festín
detalladamente acabado, perfectamente pulido,
si dicha orgía se trata del acto de observar,
contemplar
el aura de luz que ejerce presencia
y se filtra a través de un ventanal
de oscuros y crueles afueras?

¿Es inaudito, acaso, regocijarse en un manto de contumacia
por oír las armónicas distonías de cientos de aves,
desde la risa del crepúsculo
hasta el llanto del ocaso?

¿Castigan, quizás, a quien derrama lágrimas de ostentosa alegría
al ver caer a un hombre en el sucio pavimento,
así como golpean fuerte las gotas de lluvia
en los grises tejados?

¿Es macabro creer, entonces, que un niño disfrute
degollando insectos
como el otoño lo hace con los árboles?

Sin embargo, sin pensarlo, sin reparo,
marchan en disonancia los ilusos sátiros
que giran la rueda en beneficio propio,
gozosos, contumaces, alegres, orgullosos.

sábado, 14 de junio de 2008

Flores






















El muro se derrumbó
en un instante
al exhibirle al niño
el cuerpo sin vida
de su madre.

Quién va a velar
por los tormentos
del infante?
Quién forjará el ataúd
que encierre
su alma muerta?

Ahora intentan frenar la máquina.
El humo asfixia.
Verde se presenta,
gris se disfraza en el aire.

Han damnificado
el futuro existir
de cada paso,
cada llanto.

Han osado
destruir la atmósfera
de alegría
con flores repulsivas
compradas al diablo.

Callaron a la bestia que crecía,
la ataron de pies y manos,
boca abajo.
La crucificaron.

Está pagando
día a día,
sueño a sueño,
sujeto a su corral,
lo que hicieron con él.

Ya bajé a cristo
de la cruz
y lo enterré
con sus muertos.

Retorcí los engranajes
de la confusión
y recorrí mil desiertos
para encontrar la luz.

Un nuevo muro a construir,
otra historia por vivir,
otro cuerpo ver morir
y una corona de espinas para el rey.

El rey con el cráneo corrompido,
la columna violada por el metal,
el aullido sombrío,
el repentino oscurecer del alba,
sacrílego.

Aprender a volar será difícil
para el ángel,
sin alas,
sin luz.






Foto: "Anti Christ", Joel Peter Witkin

viernes, 6 de junio de 2008

Día seis

Un ángel rosado
flores marchitas
presagios consumados
súplica
música insoslayable
silencio.

Y el sexto día dios creó al hombre.
Y el sexto día el hombre creó al diablo.

Húmedo
como orgía de adolescentes
padecen espinas
llagas que sangran
turbios fluidos
los beben
y hacen con ellos otro acto macabro
encarnizada festividad

Y el sexto día el diablo mató al hombre.
Y el sexto día el diablo descansó.

Plácido
como el abatir de los cuerpos
la calma que consigue al aquelarre
los posesos liberados
elevación
orgasmo de los entes
vuelven a existir

Y el séptimo día dios descansó.
Y el séptimo día el diablo lo mató.

Caos.

martes, 3 de junio de 2008

Alegoría de lo nefasto

Repugnante.
Disgusting.
Horrible, decrépito.
Like a choking elder.
Entran en el salón, se sirven el banquete.
They chew everything, also themselves... creepy.

Así las dos lenguas los escupen, los envuelven hasta la vejez.
Their eyes are lost, confused.
Los insultan, los aclaman también.
They're insane, they don't even remember who they are.
Sus caras se van hundiendo cual implosión de genitales,
revolviendo entrañas hacia adentro.
Headless, screaming throats, a couple of bony long fingers.
La comida cae abundante desde sus bocas sin dientes.
Blood is spread all over, everywhere.
Migajas por doquier, resabios de carne, muerte.
Pitiful.

Y no es que el lugar agrade al espectador... es desabrido.
Almost a ruined castle with hungry wolves.
Repulsivo.
A sadistic show of horror.
Todos juntos devoran como brutas alimañas.
No one can run, neither can I.
Abaten con todo.

Y ahora, las tan cretinas imágenes se presentan en la corte:
Espejos llameantes,
antiguas lámparas, mentirosas, enemigas,
un pasillo hacia la locura,
la esperada cuenta final,
luz del día,
cerdos revolcándose en charcos de inmensa alegría bestial,
el hombre inculto y salvaje,
el ser irracional,
el elixir que no era,
el silencio y la sumisión.

Las dos lenguas lo gritan.

domingo, 1 de junio de 2008

En oro, den oro en orden, oro den, orden

Surge de un café derramado, viene a llevarse al ángel alado dorado masacrado escoltado enchastrado que te escuda.
La asquerosa máquina, con sus piezas encastradas, llenas de sangre, aceite, muerte.
Qué impaciencia, cuánta soledad, qué desgarro. Aaah, es la máquina mental, la que camina en luz y sombra, sin guía, sin perdón, sin rencor, sin odio, con odio, la contradicción de un ser real artificial.
Apaciguantes los rayos son, violetas, que se disparan, aunque caóticos.
Como crepúsculos dorados que rayan la foto antes de revelarse, la última hoja que el fin anuncia, el del otoño. Como el hombre sentado en la colina, que acaba de morir.
Lo limpian, se lo llevan.
Orden.
El cuarto está limpio nuevamente.