jueves, 29 de mayo de 2008

Un día

La bestia, el asesino, el poderoso destructor.

El intolerante, el sacrílego, el odio en carne.
El grito, la furia, los miles de animales salvajes...

O la infancia, la ternura, el inocente.
La fraternidad y la luz que van de la mano, la calma.
El niño, el respetable, el tonto...

O el atormentado, el ensuciado, desdichado.
El que muere aplastado de risas macabras, lanzas que lo clavan.
Solo, náufrago, rendido, el humillado...

O el padre, castigo y compañía.
El lobo, el sabio, el falso guía.
La ayuda innecesaria, el corregidor...

O la madre, ausente, distante.
Amor en flor marchita, diosa del pasado.
La enseñanza eterna, la semilla sembrada incapaz de renacer...

O los miedos...

O el letargo...

O la inmensa alegría...

O el abismo en el alma...

O la droga incomplaciente...

O esos tres números...

O el complañir de cada día...

O el tullir de cada paso...

O las inseguridades...

O yo.

miércoles, 28 de mayo de 2008

El corazón podrido que latía apresurado

se comió mi mente
e hizo de mis malvados demonios enterrados
un circo vivo y reluciente.

Treparon las hormigas donde había luz
y devoraron la carne que había madurado.
Desnudaron al niño y lo crucificaron,
lo expusieron al sol y lo mutilaron con penumbras.

Entonces, la armadura ya no es de metal?
La inocencia seguirá pagando por no fallecer a voluntad del gigante de tres brazos?
Esas aves vuelan pero no despegaron de su nido.
Aún luchan en él.
Esos peces descubrieron el camino adverso a la corriente,
pero la siguen dolosos de ellos mismos.

Quién viene ahora entonces a sujetarme en esta silla de cristal?
Los sin cabeza nos atormentan, juegan a hacer el mal.
Quieren su... no, no quieren nada. Vienen a molestar.
Siempre van a estar, y es muy fácil poderlos matar.

sábado, 24 de mayo de 2008

Tal vez si todos miráramos esas líneas,

lejanas,
que se odian,
y quisiéramos juntarlas en nuestro espejo,
formando una,
obtendríamos lo que siempre hemos buscado.

domingo, 11 de mayo de 2008

Machacar el sexto signo

Y cuando caigas en mi río tú me gritarás
"dame un barco que me pueda salvar"
pero serás mi esclava y en mi carne estarás
hasta que te libere cuando acabes en mi mar.

Quiero enchastrarte,
sé mi sucia niña.
Quiero arrancarte,
clávate en mis espinas.
Estropearte y arruinarte,
ante mí vas a arrodillarte.
En tus labios derramarme,
sangre y aire, lava y sauces.

Romper tu cordón umbilical,
cortar el tejido de tu castidad.
abrir la coraza de tu felicidad
y elevar sus más codiciados sueños de luminidad.

Quiero masticarte,
sé mi sucia niña.
Quiero treparte,
quédate en mí, rígida.
Adentrarme y derrumbarte,
por mí vas a quebrarte.
A tu cuerpo absorber,
y el último grito de inocencia ver caer.

Con el gran número te voy a llevar.
Con el gran número te voy a matar.
Con el gran número te voy a enterrar.
Dame un seis, te voy a llevar.
Dame un seis, te voy a matar.
Dame un seis, te voy a enterrar.

Sólo porque quiero enloquecer
y a mi alma ver correr.

jueves, 1 de mayo de 2008

Para exprimir al más ciego no estaban los cuatro, estaban los ocho.
Las lanzas que clavan tu cuerpo en un bello crepúsculo dorado sin sinónimos de muerte alrededor y
sin dejar de creer en la marca que forjó la tierra divina alguna vez damnificada por los dioses que esculpieron a este mundo sin razón, sin temor, con mucho dolor de corazones que caen caliente por el abismo mental que en las razas de las llanuras crecen para marchitarse en un mundo de sequía y lágrimas muertas en cajones polvorientos de días de lamentos, con la cuota más larga de rencor en el alma del más ciego, pues será exprimido no por los cuatro sino por los ocho.
Aquel día de gloria ya llegó.