La bestia, el asesino, el poderoso destructor.
El intolerante, el sacrílego, el odio en carne.
El grito, la furia, los miles de animales salvajes...
O la infancia, la ternura, el inocente.
La fraternidad y la luz que van de la mano, la calma.
El niño, el respetable, el tonto...
O el atormentado, el ensuciado, desdichado.
El que muere aplastado de risas macabras, lanzas que lo clavan.
Solo, náufrago, rendido, el humillado...
O el padre, castigo y compañía.
El lobo, el sabio, el falso guía.
La ayuda innecesaria, el corregidor...
O la madre, ausente, distante.
Amor en flor marchita, diosa del pasado.
La enseñanza eterna, la semilla sembrada incapaz de renacer...
O los miedos...
O el letargo...
O la inmensa alegría...
O el abismo en el alma...
O la droga incomplaciente...
O esos tres números...
O el complañir de cada día...
O el tullir de cada paso...
O las inseguridades...
O yo.
jueves, 29 de mayo de 2008
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