Tal vez si todos miráramos esas líneas, lejanas, que se odian, y quisiéramos juntarlas en nuestro espejo, formando una, obtendríamos lo que siempre hemos buscado.
No, no te subas al tiempo. Deja que tus manos suban al árbol ya, no habrás de esperar. No nazcas en ese mar de contenida distancia. Corta la soga y date a volar, voy a saberte conmigo cuando lo hagas, pequeña alondra de mar, solsticio fugaz.
Mil novecientos treinta
Han los cielos de mirarme cuando en rojo caigan las pesadas almas de mí en tierra firme. Saquearán mi ser y me veré perdido o me encontraré, y entre dos ventanas o montones de hilos colgando decidiré cómo abrir mi esencia a mi ser.
1 comentario:
Hola Juan :)
Publicar un comentario