domingo, 1 de junio de 2008

En oro, den oro en orden, oro den, orden

Surge de un café derramado, viene a llevarse al ángel alado dorado masacrado escoltado enchastrado que te escuda.
La asquerosa máquina, con sus piezas encastradas, llenas de sangre, aceite, muerte.
Qué impaciencia, cuánta soledad, qué desgarro. Aaah, es la máquina mental, la que camina en luz y sombra, sin guía, sin perdón, sin rencor, sin odio, con odio, la contradicción de un ser real artificial.
Apaciguantes los rayos son, violetas, que se disparan, aunque caóticos.
Como crepúsculos dorados que rayan la foto antes de revelarse, la última hoja que el fin anuncia, el del otoño. Como el hombre sentado en la colina, que acaba de morir.
Lo limpian, se lo llevan.
Orden.
El cuarto está limpio nuevamente.

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