viernes, 28 de diciembre de 2007

El temible hombre del teatro - Parte III

A pesar de todo, él se sentía asolado. Abandonado en cierto modo, mutilado, arrancado. La felicidad que le producían sus macabros actos no alcanzaba para saciar ese sentimiento de putrefacción interior. Su corazón derramaba lagos de lava ardiente que abatían con sus huesos en lo más profundo de su entidad corpórea. La llama ardiente que lo quemaba por dentro era cada vez más fuerte.

Esa noche la cadena lo llamó y él acudió. Una vez más, él se preparaba para adentrar en un mundo de silencios oscuros e infernales, su antiguo hogar.
Sí, la nueva obra ya estaba lista.

Llegaba la víctima dispersa y desatenta. Jamás hubiera imaginado estar involucrada en tal acto de salvaje muerte poética. Pero ya lo estaba. Cuando despertó, se hallaba muerta en la bañera. Una vez más, el temible hombre del teatro había ensuciado sus manos con el color rojo del inframundo, de la sangre.

Como partes que unían una cadena, el hombre tenía preparadas sus distintas muertes para cada habitación de la casa. El diseño de la noche ya había sido cantado por el lobo gris.

"Hola. Tú serás mi hogar, cabaña alejada. Aquí diagramaré mis más perversos y dulces actos."... recuerdos que permanecían en la ya olvidada casa del bosque.

La bañera ya había sido visitada por la parca. Ahora era el turno de la cocina. Era un lugar de aspecto viejo y añejado, con paredes tristemente despintadas. El techo estaba rajado y las hornallas de la cocina tenían vestigios de alguna cena familiar alegre. A la izquierda, el nuevo protagonista.






PD: La foto no es mía. La encontré en internet, no recuerdo dónde.

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