sábado, 31 de octubre de 2009

------------------------------------------------------Es la calma de esas paredes
------------------------------------------------------cuando están por sucumbir ante las
------------------------------------------------------maniobras del dios del trueno,
------------------------------------------------------violento.

Han matado al ser supremo y ya no hallarán más que cenizas y sangre negra en los pantanos que aquí yacen; se pudrió el tiempo, y los gusanos con él. Obsérvese ahora cómo todo se torna oscuro, ahora que las grises nubes caen como pedazos de muerte celestial, ahora que Dios entrega su último banquete para no ser asesinado por sus más fieles súbditos. Aun así en vano lo hace mientras es degollado por el gusano gigante que alguna vez luchó contra la prostitución de las almas. De sus truenos ya no se espera ni la oscuridad ni el fuego: ya han quemado demasiada carne -como aquel niño calcinado en vida por desobedecer a sus padres; clavaron una estaca en la oscuridad del anochecido campo, lo ataron a ella y comenzó el ritual. Su dios de la benevolencia y expiación acudió y se ocupó de ello: despedazó al pequeño.
La calma, pérfida traidora, se mufó de todos, y ahora el muro es sostenido por los idiotas del mundo, como siempre.

1 comentario:

La Maga dijo...

No vas a escribir más? Hacelo para mí aunque sea, que no me basta nunca tu presencia y siempre necesito más de vos.