lunes, 24 de marzo de 2008

Es la calma de esas paredes
cuando están por sucumbir ante las
maniobras del dios del trueno,
violento.

Eleva el cetro, lo apunta, lo lanza.
Y así es como se destruye la vida, una vez más.

Sin embargo, todos salen a respirar apenas despierta el próximo amanecer.

Será que todavía no queremos aceptar el final.

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