Acarreasen mi alma hacia el vacío inhóspito de un rosedal sin espinas.
Torturasen mi cuerpo los astros rojos de la carne.
Pronunciasen mi nombre banalmente seis veces.
Extirpasen mis virtudes y las vendiesen a los perros.
Montasen un altar sobre mi, cual circo de inmundicias celestiales.
Atasen mis huesos a mis crímenes como en la morgue atan costales de muerte día a día.
Apagasen mi aura con agua sacramentada.
Amasen a mi sangre como yo corto mis dedos.
Contasen a mis padres que no soy un niño bueno.
Las ratas están en mi habitación,
puedo oírlas noche a noche.
Y el llanto del bebé...
perpetuado en mis oídos.
He descubierto al sol del inframundo.
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