viernes, 4 de julio de 2008

Acarreasen mi alma hacia el vacío inhóspito de un rosedal sin espinas.

Torturasen mi cuerpo los astros rojos de la carne.
Pronunciasen mi nombre banalmente seis veces.
Extirpasen mis virtudes y las vendiesen a los perros.
Montasen un altar sobre mi, cual circo de inmundicias celestiales.
Atasen mis huesos a mis crímenes como en la morgue atan costales de muerte día a día.
Apagasen mi aura con agua sacramentada.
Amasen a mi sangre como yo corto mis dedos.
Contasen a mis padres que no soy un niño bueno.

Las ratas están en mi habitación,
puedo oírlas noche a noche.
Y el llanto del bebé...
perpetuado en mis oídos.

He descubierto al sol del inframundo.

No hay comentarios.: