domingo, 16 de noviembre de 2008


Como el suspiro cayendo en letargos en búsqueda del hogar cuando el hombre busca su canto entre
el ausente trozo de carne pensante, cortando el último aliento de pesquisa terrenal mientras va
por los oscuros lejanos negros bosques temerosos diablos rojos copiosos, piadosos de un
espectáculo de flores dan atención a su regalo, no podrán negarse al canto del más bajo cuando se
trata de un legado, es lo bello del engaño: creer que es necesario rogarle al diablo; pues creer,
entonces, no es certeza sino estar doblegado.

Entonces lejos, donde esté ido.
No necesite luego dónde ver.
Así deslizarme hasta la huida,
sostener la esperanza de crecer
y nadie más que reine como los días pasan.

Creo sólo por mí,
por los demás creer no.
Estoy yo aquí,
aquí yo estoy.

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