domingo, 30 de noviembre de 2008

Lluvia


Lloro mares de carbón;
cae la noche y se hace alba.
Sueños mueren en absurdos deseos.

De a poco se crea la calma;
la poderosa bestia, azul.
Ruge el cielo cual temeroso león.

Silban entonces los niños;
creen el agrio cuento del fauno.
No hay hojas en sus primaveras.

Pequeño destello, ojos turbios de anhelo;
camina conmigo, flota en mi mar de grises.
Despierta y sal a jugar.

Suave de mí, seda dulce de ensueño;
toca este cuerpo frío, da calor a mi triste sol.
Hospicio a mi nostalgia.

Jamás habrá brillo como aquél;
nunca un lugar así será.
Colores de algo irreal.

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